domingo, 4 de enero de 2009

graciosa


Mohamed.- De camino a la cima del Toubkal, Marruecos.- Abril 04
Es muy agradable encontrarse con las sonrisas de los niños en los caminos más inaccesibles. Me hacen sentir acompañado. A veces salen de cualquier esquina por sorpresa, entonces saben aún mejor.

Son sonrisas con mensajes sutiles. Sonrisas que quieren que te pares un poco con ellos a charlar, a jugar. Sonrisas que quieren conocerte. Sonrisas para que hagas un alto en el camino. Sonrisas que me ofrecen hospitalidad. Sonrisas con la oportunidad
de un encuentro entre corazones, entre personas con buenas intenciones del uno con el otro. Sonrisas con invitaciones al contacto físico, estrechar la mano, un abrazo y me permito acariciar su sonrisa con mi mano.
Mohamed echa una mano a la familia y en poblado para facilitar a los montañeros su camino hacia el Toubkal, la cima más alta de Marruecos o cualquier otra marcha por el Atlas. Mover mochilas, cargarlas en los burros, furgonetas. Pequeños recados en casa, llevar y traer alimentos para los viajeros.
Tienes una sonrisa muy graciosa. Tensando
un poco los ojillos, con ese perfil irregular de tus dientes en crecimiento, el cuello de la camisa bien aprietadito, hasta arriba, y por supuesto, con lo guapín que eres quedas muy mono.
Está acostumbrado a conocer gente nueva cada día, entiende que estamos de paso, y por eso siempre que puede te mira, se gira, viene hacía mi y me regala una sonrisa.
Gracias encanto
La sonrisa no entiende de edades, fronteras, visados, territorios, propiedades, consulados, castas, religiones. No entiende de cuentas corrientes, saldos bancarios, categorías profesionales. Solo entiende del lenguaje de las intenciones, del Amor como una manifestación de nuestra alegría y entusiasmo por la vida.
Me enseñaste a sonreír a todas las personas con las que coincido, por muy breve que sea el encuentro.

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