domingo, 4 de enero de 2009

thai



Frontera de Tailandia con Laos.- Río Mekong.- Agosto 06
Con el frutero pronto por la mañana, con un desconocido en plena calle, la camarera donde voy habitualmente a beber un cinamon-ginger té, la jefa de la pensión donde me alojo, el señor que pide en la acera del barrio, Tintana, la profesora de masaje thai, pescadores, abuelotes y bebés, todos, todos te sonreirán en Tailandia. Es el país de las sonrisas.
Como podéis comprender para mí un paraíso. Para los que elegimos la sonrisa como forma de presentación, forma de vida en definitiva estábamos en nuestra salsa.
La vida a orillas del Mekong es muy sencilla y humilde. Casas con cuatro tablas, un par de fuegos para cocinar, una maca. Ahhhh!!, que se me olvidaba lo que nunca falta por encima de todo una televisión con karaoke y mucha, mucha hospitalidad.
Que majetones son. Te presentan a la
familia, al barrio entero, charlamos en el idioma universal, te invitan a comer, a que te quedes a vivir con ellos, a darte una vuelta con su barca. Que cachonda la señora. Me quería liar con una de sus hijas, era muy guapa. A pesar de la calidad de la foto, es diapositiva, la tengo tanto cariño a la sonrisa que no podía faltar aquí.
Anécdota sobre Tailandia. Después de viajar por este país algo más de un mes pues se queda ya en mi rostro la
sonrisa de forma permanente. Es algo ya que forma parte de mí mismo. Llegó la hora de volver, vamos al aeropuerto. Ya en la cola de facturación me encuentro con primeros occidentales y españoles por supuesto.
Me siento raro, me miran casi todos. Después de unos minutos lo entiendo. Es mi sonrisa. Llevo la sonrisa en mi rostro de forma permanente. Se están preguntando ¿De qué se reirá este? Me doy cuenta que ellos llevan lo que llamo cara de perro. Se caracteriza por la rigidez, seriedad y preocupaciones.
Ahora lo entiendo un poco más. Muchos de ellos son viajeros que tan solo han estado un par de semanas en complejos hoteleros sobre todo del sur, no les dio tiempo a empaparse de la sonrisa thai. Me gustan las caras de perro, para darles una sonrisa. Porque ya sabéis…..aquel que se olvidó de sonreír es quien más necesita de una sonrisa.
Y al llegar a Palencia esa sonrisa me duró varios días, y a menudo la peña me decía “¿Oye Ricardo, de qué
te ríes tío?

No hay comentarios:

Publicar un comentario